sábado, 6 de febrero de 2010

La lectura de las cosas.

El sol entró.El sol entró y fue maravilloso su escándalo. Ahora no se puede ir, se queda para no dejar dormir ni al amante ni al amado.
Se queda eternamente. Para curar y para doler. Volver a doler de nuevo. Duele como tu herida, querido Federico, casi tanto como tu herida hecha de amor y por amor. Pero las lágrimas no son las mismas. Ni la risa tampoco. ¡Cómo hubiera deseado ser yo,querido maestro, la que te robara el balcón para que el sol entrara para mí! Tú ya lo tuviste una vez.
¿Qué te parecería que yo quisiera llorar mi pena y te lo dijera? He llegado a la línea donde cesa la nostalgia, y ¿ no puedes detener a la razón y a esa sustancia que vienen ahora?
Si no se pueden evitar, que vengan con ensayos, con discursos, con voluminosos libros, para leer para descubrir los entresijos de mi alma en ellos...pero que no vengan con poemas que duelen. Que no me duelan los renglones ni los versos y que les pase uno a uno al igual que pasa el tiempo en la cabeza de un feliz amante del amor insomne.
No puedo detener a la razón, Federico ,ni al duelo ni al amor oscuro.

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