lunes, 1 de abril de 2013

País de Hadas

Estimado poeta:
He encontrado este poema suyo, y a mí sólo se me ocurre buscar color en sus textos. Lleva razón , Señor Poe,  hoy no necesito el color.
Me basta y sobra con el conocimiento de que las hadas han volado, han resurgido y están en un pequeñito corazón , blanco y puro que aún no ha sido contaminado por la realidad.
Lo ha reconocido usted en su poema: ¡Qué profunda es la pasión que ponen en su sueño!
Y escribo y escribo hasta conseguir aclarar algo alegre de por qué lo hago.
No hay y repito que no me importa.
Si he conseguido hacer cosquillas a las hadas antes de que se despertaran me doy por satisfecha.
A mí tampoco me sirve para lo mismo nunca la luna, y cuando parece que todo se vuelve amarillo ,el único color en su poema , resulta que es para que se convierta en temblor .
No entiendo cómo superó usted morirse a los cuarenta . Tengo la esperanza de empezar a vivir. A lo mejor hizo bien, morir en vida no es vivir. Y es mejor morir para no morirse vivo.
Pero como se le conserva en muchas mentes y en muchas páginas, gracias en esta ocasión ,a las hadas; nos queda ese consuelo de encontrar albatros amarillos algún día.
Si el vaso lo permite.
 Atentamente.

lunes, 18 de marzo de 2013

El poeta pregunta a su amor por la ciudad encantada.


Pero yo le pregunto al mío.
Gota a gota  me derramaba yo  entre las piedras cuando hacía muchos años notaba el hervor en la sangre  nada más rozar nuestras manos de amigos.
Cuando estaba y estuve segura de que esos sueños se me cumplirían porque no podía ser de otra manera.
No tenía que acordarse el amor. Tenía que acordarme yo y lo hice.
Y volvieron a quedarse las lágrimas entre la herrumbre de las piedras y los hongos de mi corazón.
No me ha supuesto la dalia de las penas y alegrías nada más que olores.
De todas formas, era lo que quería.
Lo que siempre quise y lo que siempre deseé. y si me he puesto a escribir esto continua en mi corazón la corona de amor en la(s)  piedra(s) remota(s).Aunque no sea la misma ciudad a la que nos referimos el maestro y yo, es el mismo el amor interrogado.