viernes, 30 de abril de 2010

El poeta dice la verdad.

Me parece que ya no duele tanto, pero la madeja se acabó. Como la mañana en que esa madeja no dejaba de liarse. De hilos de colores, de colores infinitos. Y parecía que no se iba a acabar nunca pero el telar cerró. Por falta de valentía, supongo.
¿De qué te- quiero? ¿De cuántos? Nunca hubo, Federico, tú tuviste más suerte: pasaste una noche insomne y liaste la madeja. No hubo. Pero había palabras parecidas: dime que sí. Por ejemplo. Esas tres palabras a mí me parecen más bonitas que un " te quiero" de los tuyos. Perdona, maestro. Con esa ansia y ese deseo que de dijera que sí, ¡pues claro que sí! Pero no sirvió de nada. Que lo que los dos más deseábamos...esas eran otras, Federico, otras más bonitas que tus "tequieros".La madeja se terminó, ya te lo he dicho pero es que aún sueño que soy Penélope, que tengo la madeja entre mis manos y tejo y tejo sólo con esa madeja.
Y así será: todo para la muerte, pero me llevaré circunstancias y momentos y esas manos que siempre me gustaron ...las devolveré. Pero son mías para tejer mis sueños con las madejas.
Que yo nunca pedí nada, Federico, todo lo que se me dió fue por voluntad. ¿Es por eso por lo que sigo esperando? A lo mejor tenía que haber pedido y haberlo sabido pedir.
Y la muerte se llevará conmigo las últimas "con paciencia" porque seguiré esperando eternamente, no soy yo: es mi cuerpo el que espera...y mientras tejiendo estoy... si mi carne estremecida por las manos que tejen, aguanta y cree en que el amor es más poderoso que la muerte. Será la tercera oportunidad. La que nos dé la muerte.
Porque ahora mismo pienso en si son verdad esas últimas palabras. Yo también digo la verdad.

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