sábado, 13 de noviembre de 2010

Desnúdame

Jamás pensé que hubiera verbos , señor Brech, que pudieran producir esa inmensidad en un cuerpo. Verbos de la tierra, no sé si le gusta que los llame así. Los huracanes, los volcanes que vomitan .Siempre pensé que silbar era ordinario. Pero en su cuartilla no lo fue ni lo será. Cuando descubrí su poema, bajé el cierre. Sí. Lo bajé para no volverlo a subir más. Pero el poema me ha hecho cambiar de opinión. Ha conseguido que un 60% de las personas que lo han leído y que no lo conocían se estremezcan.El resto ,seguro que lo han hecho también pero no lo han expresado.
Me gustaría tener su maña para que mi mensaje erótico vomitara sobre cuartillas entreabiertas, porque lo de los labios me lo guardo para el final. Y esos besos hasta el fin, esos besos del fin , quiero que me lleven hasta el mar.
Después de que la Naturaleza ha hecho estragos en mí ,con su poema, ya me queda poco más que decir y no estropear esta maravilla que leo y leo y releo.
Gracias por haber sabido plasmar algo tan maravilloso. Lo dejo aquí porque no me canso de leerle, señor Brech.
Nos vamos escribiendo.

Desnúdame

Desnúdame.
Sea un arrecife en océanos bríosos
y abismes tu boca y tu lengua
huracanando en mis pechos y mis caderas
alzadas
donde rompe el anhelo la virtud.
Tus manos batan el aire, silben en sobrevuelo

mi desnudo pubis
y tus yemas claven tu huella
por una eternidad.
Bajaré tu cierre, cogeré tu palma y me conduzcas

con mi pudor, te beso y te beso hasta el fin, al mar.
Ábreme como una rosa presa hace siglos,
no te niego ni las palabras soeces ni el resplandor divino.
Que tu mensaje vomite sobre mis labios entreabiertos

una muerte dulce y quejumbrosa.
La brasa inmóvil cerraré.
Líbame el rocío, enrédame la humedad
en mis piernas.
Reposo ahora.

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