Querida Lucila:
Me dirijo, hoy, a usted porque las dos sabemos lo que son las cartas y el fin que llevan durante tanto tiempo, en nuestra alma ,metidas. En estas líneas, que escribo estamos alertas algunas mujeres a las que ya me he dirigido y lo seguiré haciendo.
Hoy quiero hablarle del amor que calla :ya he sido surtidor inerte y estanque colmado. No por ese orden. Ahora vengo a que me diga lo que es el odio. Usted tampoco lo sabía porque en el fondo, no lo deseaba mostrar ni que apareciera.
Pero si está tan hondo, voy a dejarlo ahí; y así seguiré callando al igual que su amor. Ni la garganta ni el pecho se sobreponen ni se superponen, deben de ser incompatibles. Si su poema fue amado y leído, la felicito ,Señora Mistral.
Y si al final consigue salir desde tan hondo, le ruego que me avise. A lo mejor consigo atisbar algo de odio.
Nos volveremos a encontrar.
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